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X.6 Supervisión del agua subterránea

El agua subterránea es la fuente más abundante de agua potable (descongelada) fácilmente disponible y constituye el 97 % del suministro de agua en el mundo; el resto se encuentra en la superficie y en el agua de lluvia. A pesar de que la mayor cantidad no es visible, su importancia es primordial para obtener beneficios para la humanidad, el medioambiente y la economía. En un contexto humanitario, se prefiere obtener el agua subterránea en vez del agua de la superficie, debido a que el agua en la superficie suele estar contaminada y necesita tratamientos antes de su consumo.

Para una buena gestión del recurso del agua subterránea, es fundamental supervisar los recursos y recopilar los datos adecuados acerca del uso, relacionados con su calidad y cantidad. Los pasos razonables en la supervisión del agua subterránea incluyen los siguientes: (1) definir el problema; (2) elaborar los objetivos de la gestión; (3) evaluar las necesidades de información; (4) recolectar datos para esas necesidades (los niveles del agua, las tasas de descarga, la calidad del agua); (5) establecer o usar los sistemas de almacenamiento de datos (como la base de datos sobre los pozos de ACNUR); e (6) interpretar y divulgar los resultados. El desarrollo de los objetivos de gestión eficaces es esencial, y se pueden incluir los siguientes pasos:

  1. Supervisión y evaluación de los recursos: para comprender los recursos de agua subterránea existentes de manera espacial, temporal (a lo largo del tiempo) y local (es decir, en la instalación y sus alrededores), y a una distancia para determinar si se puede suministrar agua segura según la demanda.
  2. Supervisión del cumplimiento: para garantizar que la abstracción del agua subterránea no afecte de manera negativa a otros pozos en un campo de pozos, a los usuarios del mismo recurso ni a la calidad del agua. Las autoridades podrían establecer y supervisar los objetivos del cumplimiento.
  3. Supervisión de la protección: en el caso de los ecosistemas que dependen del agua subterránea, se debe supervisar a los otros usuarios del acuífero, el manantial o el río para mitigar el impacto del hundimiento por la abstracción en los contextos urbanos.
  4. Supervisión de la contaminación y polución: tiene el fin de proporcionar un sistema de alerta temprana de los posibles peligros para un recurso existente sin contaminación que deriven de las actividades de la agricultura, la industria, los vertederos, etc. 
  5. Mejora de los pozos profundos de bombeo o lo campos de pozos: para que en ambos casos se cumpla con la demanda y se gestione el consumo de energía.

Contar con objetivos de supervisión bien definidos al comenzar con la intervención que se relacionen de manera intrínseca con los indicadores de agua conocidos garantizará que las decisiones estratégicas se basen en la evidencia. Además, esto ayudará a prevenir posibles conflictos, como los que pueden surgir entre el campo de refugiados y la comunidad de acogida que comparten el mismo acuífero, o el impacto negativo en la calidad del agua por las letrinas densamente pobladas en una llanura aluvial con una napa de agua poco profunda y con tasas de filtración rápida. La supervisión de los recursos desde el principio de la intervención brindará una alerta acerca de los asuntos que surjan del uso compartido y de las preocupaciones acerca de la salud y el medioambiente. Además, ayudará en gran medida a comprender el sistema del agua subterránea en cuanto a los tipos de acuíferos y la disponibilidad de recursos (mecanismos de carga/descarga, propiedades del acuífero, caudal de agua subterránea). Por último, responderá a distintos estresores generados por el hombre y la naturaleza (recarga y abstracción).

Los requisitos para la recolección de datos y la frecuencia, escala y alcance de la supervisión del agua subterránea dependerán de los objetivos establecidos, la complejidad del contexto y de la fase de la emergencia. Por ejemplo, cuando una población afectada utiliza pozos con bombas manuales durante la fase crítica de la emergencia, la supervisión debería abarcar, al menos, los parámetros de la calidad del agua como el contenido bacteriano (0 CFU/100 ml), la conductividad eléctrica (CE o salinidad), el pH, la temperatura, la tasa de abstracción (como el número promedio de los baldes de agua estándar \[5, 10 o 20 l] por familia a diario) y los niveles de agua subterránea, si es posible. Una vez que se garantiza el suministro, se debería incluir una supervisión más exhaustiva mediante el establecimiento de estaciones para medir las precipitaciones y el agua de la superficie. La tendencia en aumento de instalar sistemas de bombeo con energía solar asume que los pozos existentes se encuentran en buenas condiciones para poder instalar las bombas. Idealmente, esto incluye que ya hayan sido entubados y se haya analizado su capacidad. Para decidir si se debe motorizar un pozo como un sistema de bombeo pequeño, el rendimiento seguro del pozo debería oscilar entre 5.000 y 10.000 l/h, en comparación con la cifra de 1.000 l/h de una bomba manual estándar. En el mejor de los casos, antes de motorizar los pozos, debería realizarse la evaluación hidrogeológica adecuada de la capacidad del acuífero (almacenamiento y conductividad hidráulica) y de la disponibilidad del recurso (área de recarga y descarga). Una vez más, para esto se necesitaría que primero se definan los objetivos adecuados de la supervisión y que sus datos estén disponibles. Por lo tanto, se recomienda que en los pozos haya equipos que permitan supervisar el nivel del agua subterránea para respaldar la gestión del recurso del agua de manera responsable y para evitar la sobreexplotación de los recursos del agua subterránea.

Significa potencial de hidrógeno, es una escala que se usa para especificar cuán ácida o básica (alcalina) es una solución a base de agua. El valor de pH inferior a 7 indica que esa solución es ácida y el valor de pH superior a 7 indica que es básica (alcalina).
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