Los sistemas de suministro de agua potable pueden presentarse gráficamente como una secuencia de grupos funcionales que pueden conectarse entre sí en diversas combinaciones. Todos los componentes del sistema, desde la fuente hasta el consumo, forman parte de esta secuencia y se tienen en cuenta y se muestran. Los seis grupos funcionales están representados por columnas de colores: Fuente, Captación, Extracción, Tratamiento, Distribución/transporte y Tratamiento de agua a nivel domiciliario y almacenamiento seguro.
Antes de empezar la extracción, hay que identificar la fuente de agua. En la etapa más crítica de una emergencia, es posible que la fuente de agua elegida no sea la ideal (por ejemplo, en cuanto a la calidad del agua), pero igualmente se elige debido a otras ventajas (como la proximidad o la accesibilidad). Una vez que se estabilice la situación de emergencia, se dispondrá de más tiempo para desarrollar fuentes alternativas sostenibles (por ejemplo, una fuente de agua subterránea, [S.5] que requiera menos tratamiento continuo, o un manantial [S.6] capaz de fluir por gravedad en lugar de bombeo).
El punto de captación elegido depende, por ejemplo, del tiempo que se disponga para construirlo y, por lo tanto, en la fase de respuesta inmediata, la elección del punto de captación suele limitarse a aquellos que puedan construirse rápidamente, como la captación en un río o lago [I.3], o donde puedan utilizarse pozos profundos [I.7] o pozos de sondeo [I.8] ya existentes. Una vez más, a medida que transcurra la emergencia, la disponibilidad de tiempo adicional puede permitir la construcción de otros puntos de captación más adecuados para la situación en curso.
El agua deberá extraerse de la captación mediante una fuente de energía. Durante la fase más crítica de una respuesta, esto suele consistir en algún tipo de bomba (véase [A.1]-[A.9]) que funciona con electricidad [S.11] o diésel [S.12], aunque con el tiempo pueden sustituirse por alternativas más sostenibles, como la gravedad [S.7] o la energía solar [S.10].
Tras la extracción, el agua suele necesitar tratamiento antes de su distribución. El grado y la complejidad del tratamiento requerido dependen en gran medida de la calidad del agua y de los estándares e indicadores que deban alcanzarse, aunque esto también depende de la etapa de la respuesta de emergencia. Por ejemplo, en la fase de emergencia, la prioridad es siempre reducir inmediatamente la contaminación microbiológica, ya que es lo que produce un mayor impacto sanitario a corto plazo. Con el paso del tiempo, se pueden agregar otros métodos de tratamiento para abordar otras fuentes de contaminación con repercusiones sanitarias a largo plazo (p. ej., el fluoruro). En la respuesta inmediata, las plantas de tratamiento de agua prefabricadas y modulares son muy útiles, ya que están diseñadas para tratar aguas superficiales turbias o contaminadas a gran escala. También se suelen utilizar métodos de tratamiento como la sedimentación (asistida) con o sin filtración ([T.4], [T.5]) que son eficaces para la reducción de cantidades significativas de sustancias químicas que pueden tener efectos a largo plazo sobre la salud. Más adelante, se podrán diseñar opciones de tratamiento más sostenibles que requieran más tiempo para su instalación. Por ejemplo, los filtros lentos de arena [T.9] reducen drásticamente la necesidad de utilizar productos químicos en el tratamiento del agua, lo que reduce los costos operativos.
Posteriormente, el agua tratada tendrá que transportarse desde la fuente hasta donde se encuentran los usuarios (por ejemplo, mediante camiones o tuberías para transportar el agua a los tanques de almacenamiento) y desde los tanques de almacenamiento hasta los usuarios (por ejemplo, mediante tuberías y bidones). En la respuesta inmediata, es habitual confiar más en soluciones a corto plazo, como el transporte de agua en camiones cisterna [D.3], o transportar agua a tanques de vejiga flexible [D.5], que a su vez están conectados a los soportes de grifos [D.7]. Sin embargo, las soluciones como el transporte de agua en camiones cisterna son muy caras y los tanques de vejiga no son resistentes a largo plazo. Por lo tanto, deben implementarse, lo antes posible, otros sistemas de transporte/distribución menos costosos, más sostenibles y cómodos. Por ejemplo, tuberías que utilicen la gravedad o el bombeo solar, tanques de mayor volumen fabricados con materiales más resistentes (véase [D.6]) y sistemas de distribución que lleven el agua hasta los hogares, o incluso dentro de ellos (véase [D.7], [D.8]).
El agua potable debe almacenarse de forma segura en el hogar, y, allí, los usuarios pueden realizar tratamientos adicionales si es necesario. Históricamente, ciertas tecnologías domésticas para el tratamiento del agua han sido útiles en la respuesta inmediata antes de que se establezca un tratamiento centralizado o cuando este no es posible, por ejemplo, el uso de sobres coagulantes-floculantes [H.8]. En algunas situaciones de emergencia en las que la población ya está familiarizada con un determinado producto doméstico para el tratamiento del agua, estos pueden incluirse como parte de las primeras distribuciones de artículos no alimenticios en la fase de emergencia para ayudar a mejorar la calidad del agua, especialmente en poblaciones dispersas. En general, muchos de estos sistemas domésticos de tratamiento del agua son también buenas soluciones a largo plazo cuando el tratamiento centralizado del agua no es seguro y cuando se pueden realizar intervenciones piloto antes de ampliar el sistema, recurriendo potencialmente a los mercados locales para ello.
Algunas organizaciones humanitarias de WASH también utilizan sistemas combinados que constan de varias tecnologías de los grupos funcionales presentados antes, que normalmente se envían por avión, se despliegan inmediatamente y permiten un suministro seguro de agua desde la fuente hasta el usuario en diversos contextos. Por lo general, estos sistemas solo se utilizan en la respuesta inmediata, antes de que puedan identificarse y establecerse soluciones a largo plazo adaptadas al contexto, o de que se puedan reacondicionar los sistemas existentes.
Es importante señalar que no siempre es necesario que el agua pase por todos los grupos funcionales para llegar a un consumidor. En algunos sistemas, se excluye el tratamiento debido a la alta calidad del agua de origen. El agua también puede suministrarse por gravedad para evitar la necesidad de bombeo.
Existen múltiples factores que influyen en la decisión inicial sobre qué tecnologías elegir en caso de emergencia. Lo cierto es que se requiere cierta experiencia para elegir las tecnologías más adecuadas para la fase de respuesta correspondiente, y no es posible ser demasiado estricto al respecto. Los siguientes pasos ofrecen algunas directrices para determinar las opciones de tecnología de suministro de agua adecuadas para contextos específicos:
- Evaluación de la situación inicial (véase [X.1]-[X.4]), incluida la identificación y accesibilidad de las fuentes de agua disponibles con rendimientos suficientes, las prácticas, las preferencias y las necesidades de agua de los grupos de usuarios a los que se va a abastecer, las condiciones geográficas, la infraestructura y los servicios existentes en la zona y el entorno institucional y normativo.
- Identificación de las tecnologías que pueden ser apropiadas para cada uno de los grupos funcionales según la descripción general de la tecnología y las descripciones más detalladas de las fichas de información tecnológica. En el grupo funcional Tratamiento [T], pueden emplearse múltiples tecnologías según la contaminación potencial de los recursos hídricos disponibles. Es posible que ya existan partes de un sistema de suministro de agua que puedan integrarse.
- Combinar las tecnologías de forma lógica para construir varios sistemas adecuados de suministro de agua.
- Comparar los sistemas y cambiar iterativamente las tecnologías individuales en función de factores como las prioridades de los usuarios o las comunidades, la presión del tiempo, la escala, los requisitos de operación y mantenimiento, las limitaciones económicas y la viabilidad técnica.